Alfredo Carlos Victoria Marín
¿Por qué el derecho debe ser obedecido?
Tal vez esta sea una de las preguntas que más significado ético y moral tiene para la sociedad. Para los juristas contemporáneos como H. L. A. Hart, la idea de la obligación está estrechamente relacionada con la existencia de una regla, toda vez que la conducta estipulada por las reglas es consideraba como una obligación. Se dice comúnmente que las reglas cuando han sido transgredidas producirían un sentimiento de remordimiento, vergüenza o culpa en torno a quien no las haya respetado, toda vez que al ser producto de la presión social son fundamentales para que se conserve la vida colectiva. Las reglas no requieren el uso de la fuerza para que sean consideradas como obligaciones. Tan es así que la honestidad, la veracidad, la transparencia, la probidad son consideradas como reglas, deberes y obligaciones. Si el derecho no es obedecido desde el punto de vista de las reglas, dejaría de serlo.
La vida social puede atribuirle un gran valor, por ejemplo al cumplimiento de las promesas verbales estipuladas en las transacciones mercantiles, por lo que su incumplimiento puede generar una hostilidad social hacia el infractor.
Sin duda, las reglas concebidas como obligación forzosamente nos obligan a renunciar o sacrificar el ejercicio de conductas sancionadas socialmente. La presión social bien podría considerarse como el tribunal supremo que imponen las obligaciones, reglas y deberes. Cabe recordar que las reglas se componen de aspectos internos y externos. Así las cosas, al tener la obligación de acatar las obligaciones, cada uno de nosotros acepta las reglas del juego y son usadas como guías para conducir la vida social, además de que sirven como fundamento para reclamaciones, demandas, reconocimientos, críticas o castigos. Si alguien perteneciente a un grupo no respeta las reglas y obligaciones establecidas con antelación, se exponen a una serie de consecuencias desagradables como el rechazo, repudio o enfrentar un clima de hostilidad física. Si alguien decidiera vivir afuera de un supermercado, inmediatamente recibiría el rechazo –tal vez hostil- de las personas que quisieran ingresar sin obstáculos a un centro comercial.
La vida colectiva se rige por reglas jurídicas y no jurídicas, lo cual muchas veces se traduce en tensión entre quienes aceptan voluntariamente las reglas y cooperan en su cumplimiento y entre quienes optan por rechazarlas a sabiendas o no de la probabilidad de un castigo. La conducta externa de los individuos cuando atenta contra los valores socialmente aceptados puede propiciar desviaciones y trastornos de la vida pública. Esto puede apreciarse cuando las conductas observan un patrón de comportamiento de forma regular, donde puede afirmarse que ha quedado establecida la conformidad de los individuos con las reglas impuestas.
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